Night Journey Page 6
82
Die Zeit
A boat consonant with horizon and distant mist and the resonating darkness of everything. Nothing around me. No coastline, no wreckage, no
seaweed, not one gull. Only the sea breathing, book of hours, water pulsing in the depths of a murmur, perhaps a hard-won happiness, one that cannot print on memory. Suddenly, at my left, as if from the north (where cold favors islands and exile protects), another boat appears. On deck, the only crew and shipwreck survivor, an enormous clock with blind hands, appearing and disappearing—like all precision—to the rhythm of the waves. I hear its heart: a battered heart, cleansed by pain. Between each beat and the next, eternity. Adrift, this is what loss is: your quicksilver eyes will swallow me.
Afterwards, what matters what is left, not a single soul or all of them.
83
Diálogo con Gabriel III
(inframundos)
Vuelvo siempre a un punto de partida, la sacristía de una iglesia o batisterio, en el cuarto de mi hotel en Milán.
Enseguida el vuelo recomienza, yo y una bandada de pelícanos. Primero, un castillo y los muros de la noche.
Después, la sombra de los pájaros. Sólo al final, un pozo por el que empiezo a caer hasta que logro percibir una fecha amarilla: 1500 y pico. Me oigo gritar un grito bajo, casi afónico, como el de quien no sabe o acaso no quiere pedir auxilio. Luego, todo cambia. Siento unos brazos fríos. Es Gabriel, dice:
—Esto es un sueño. Te quedarás quieta un rato y todo estará bien. No has visto sino el fondo de la sombra, los restos de la demolición de algo. Un naufragio del alma.
Pasará.
El corazón se calma, sólo por un instante. ¿Y si Gabriel estuviera presa en los espejos del sueño? Me asusta la claridad con que la oigo alejarse hacia la ventana y desaparecer. Bajo mi cuerpo ahora, la cama es de loza. De mi costado izquierdo acalambrado, completamente muerto, brota una luz y después una fuente y el agua sale con violencia, todo en la habitación es de un desorden, no logro dar con el timbre para pedir socorro a la recepción pero en eso el viento vuelve a soplar y a llevarse consigo todas las cosas. El viento y su designio. Yo volaba en el viento inescrutable.
84
Dialogue with Gabriel III (infraworlds)
I always return to the same starting point, the sacristy of a church or baptistery in my hotel room in Milan.
Immediately the flight begins again, I and a flock of pelicans. First, a castle, and the walls of night. Later, bird shadows. At last, a well I slip into, tumbling down until I find a yellowing date: 1500 and something. I hear myself cry out, a low cry, almost aphonic, like one uncertain how to ask for help or else reluctant to. Then, everything changes. I feel cool arms. It is Gabriel. She says:
“This is a dream. Lie still, you’ll be all right. It was only the underside of shadow, debris from some demolition. A shipwreck of the soul. It will pass.”
My heart grows calm, for an instant only: And what if Gabriel is trapped in the dream mirrors? I am shaken by the definition of her footsteps as she moves toward the window and disappears. Now, under my body, the bed is made of tile. From my cramped left side, numb as death, jets a light and then a fountain and water spurts out, the room is in chaos, I can’t find the bell to ring for help but then the wind begins to blow again and to blow everything away with it. The wind and its intention. I was flying on the inscrutable wind.
85
Teoría de la luz
En los contrafuertes del Tibet, una amiga me conduce a un enorme palacio blanco, sin techo y en forma de cruz. País de ámbar, de fustán y de áloe, circundarlo nos tomaría tres días. Me quedo boquiabierta, evitando pisar el umbral (es mal agüero), sin saber si he llegado a la Ciudad del Cielo o a los arrabales menos pretensiosos del Arbol Solitario, donde habitan los que aman el exilio y los puentes. En todo caso, es un confín, lo sé porque el Imperio ha perdido su sentido. En ese instante, aparece un mensajero con un bando:
—En esta luna —anuncia— habrá guerras y plagas y discordia infinita. Cuando el frío entre en el paisaje, nos atravesará un río gris, gentes malvadas nos impondrán la ley abominable de su amor. Nada nos curará de la melancolía, ni los bosques de sándalos ni el cántaro de incienso ni las pérfidas sedas que traerán consigo los mercaderes de caballos. El amor nos dolerá como el invierno.
Mi amiga hace un gesto con los hombros.
—Siglo imperfecto —piensa—, coordenada errónea en la nave del mundo.
A mí me inquieta otra cosa, cómo haré para
escaparme de mi marido esta noche: Baudelaire hablará a las doce, bajo las estrellas, en el centro exacto de la cruz.
86
Theory of Light
On the farther slopes of Tibet, a friend, a woman, leads me to an enormous white palace, roofless and in the form of a cross. Country of amber, fustian, and aloe, it would take three days to circumambulate. I stand there gaping, taking care not to step on the threshhold (a bad omen), without knowing if I have reached the City of Heaven or the less pretentious slums of the Solitary Tree, where the lovers of exile and bridges settle. At any rate, the ends of the earth, I know because out here the Empire is meaningless. At that moment, a messenger appears with an edict:
“In this moon,” he announces, “there will be wars and plagues and infinite discord. When cold enters the landscape, a gray river will run through us, evil ones will subject us to their abominable law of love. Nothing will cure us of melancholy, not the sandalwood forest nor the incense jar, nor the treacherous silks horse traders will import. Love will torture us like winter.”
My friend shrugs her shoulders.
“Imperfect century,” she thinks, “worldship on the wrong coordinate.”
My concerns are more immediate: how to slip away from my husband this evening. Baudelaire will lecture at midnight, beneath the stars, in the exact center of the cross.
87
Los hilos del ser
En un país nórdico, Suecia tal vez, ella y yo (que somos yo las dos) llegamos a la casa de un hombre al que ya hemos amado una vez. Venimos a pedirle otra oportunidad. El hombre nos acomoda en su living.
Entran y salen personas con abrigos de piel, como si fueran sombras erguidas en la memoria de alguien.
Un frío de funeral y de espejos. Un frío que se anuda, como un país. Hacia el mediodía, salimos a dar un paseo y a los pocos metros, a nivel del mar, yo percibo un puerto y grúas y tibias casas blancas contra un cielo ensordecedoramente azul. Digo: Estambul y, en el acto, un deseo punzante de cruzar el cerco y entrar a la ciudad de oro, la ciudad de los tres mares y las torres sobre el Bósforo . . . pero no he traído el pasaporte. Cuando volvemos, ha oscurecido.
El hombre, que es escritor, bebe una poción mágica.
¿Se protege contra qué? Yo bebo también, con cuidado de no pensar demasiado, de evitar sus ojos bellos como la orfandad. Esta noche nos sofocaremos en el sueño hasta morir. No repetiremos el error.
88
Threads of Being
In a Nordic country, Sweden perhaps, she and I (who are both I) arrive at the house of a man with whom we were once in love. We have come to ask for another chance. The man settles us in the living room. People come and go, wearing fur coats, as if they were shadows arising in someone’s memory. A chill like funerals, mirrors. A chill that binds, like a country. Around noon, we set out for a walk, and a few yards away, at sea level, I perceive a port and cranes and warm white houses against a deafening blue sky. I say: Istanbul, and in that moment, a stabbing desire to cross the fence and enter the golden city, that city of three seas and towers over the Bosporus . . . but I haven’t brought my passport.
When we return, it has grown dark. The man, who is a writer, drinks a magic potion. What is he protecting himself from? I drink also, careful not to think too much, to avoid his eyes, beautiful as orphanhood.
This night we will suffocate ourselves in sleep unto death. We will not make the same mistake again.
89
Over Exposure
—El mundo es un pozo inagotable de riquezas, un número infinito como el ocho, la cinta de Moebius
—dice alguien—. ¿Por qué no pedir más?
Pero aparece mi madre en un rincón, el rostro demacrado, de párpados inquietos, casi triste. Me trae una noticia, auguri, ansiosa mía. Habla de un abuso, fallimenti, cuando niña, un crimen más que humano. Como ve que me altero, grito que no
invente (la conozco), dice que compruebe por mí misma. En ese momento, pasa un hombre. Yo debo mirarlo y sabré: el abuso tiene que ver con la mirada. Me niego. No quiero oír. No quiero pedir más. No quiero saber si existen los altares del cuerpo, las voces de la noche. Mi madre insiste, su sombra muy al hondo. En mi propia casa derrotada, alguien urde una fiesta. Alguien lee un texto solidario. Es una fiesta literaria. Ginsberg está ahí.
90
Over Exposure
“The world is an inexhaustible well of treasures, an infinite number like eight, the Moebius strip,”
someone says. “Why not ask for more?”
But my mother appears in a corner, her face
shrunken, eyelids trembling, almost sad. She brings me news, auguri, my anxious darling. She speaks of abuse, fallimenti, in childhood, a prodigious crime.
When she sees me fall apart, scream that she mustn’t make things up (I know her), she tells me to look for myself. At that moment, a man walks by. When I see him I will know: abuse is a matter of looking. I refuse. I don’t want to hear it. I don’t want to ask for more. I don’t want to know if the body’s altars or the night’s voices exist. My mother insists, her shadow deep in me. In my own defeated house, a party.
Someone reads a piece in solidarity. A literary party.
There’s Ginsberg.
91
Eternidad
Una vez descubierto, el hueco será una
tentación. Las ballenas, negras y blancas como buques, atravesarán las compuertas del océano y después nos rozarán hacia atrás, antes de la biografía. Temblará la herida al vernos
regresar de la codicia entre labios de agua y esa manada invisible: cielo circular donde navegan las barcas de la luz, las cunas de la muerte.
Probablemente la aventura no servirá para
nada pero arderá tu nombre en la tierra
infinita de los ángeles, oh miedo.
92
Eternity
Once discovered, the passage will be tempting.
The whales, black and white like ocean liners, will flood through dikes of sea then graze us backward, before biography. Trembling, the
wound will watch our thirst recede among
water lips and this invisible herd: circular heaven where sail boats of light, cribs of death.
Probably the adventure will be futile, but your name will blaze, o fear in the infinite earth of angels.
93
Los osos
Como en una película de guerra de los años 40: trenes en la nieve, soldados con birrete, besos de despedida en blanco y negro, un poco de humo atrás. Mi padre parte al frente y yo lo despido con dos niños tomados de la mano. Casi enseguida, nos enteramos de su muerte. La angustia se apodera de la casa de la infancia. O a lo mejor es otra casa, una casa abandonada hace tanto que no sabemos volver, los pájaros comieron las miguitas, ahora el sendero es invisible, está minado.
Aunque sé que debo irme (mi amante actual me reclama), me quedo allí, no puedo abandonar a mi madre, ella no cesa de hablar, llora, insiste, cómo hará para vivir. En ese instante, real, irreal, irrumpen parientes, entran sin llamar, en los brazos bandejas repletas de comida, fuentes que vuelcan sobre el piso como si eso les diera un derecho. Impresionada y molesta, salgo al balcón con los niños. En un jardín de juegos, a lo lejos, dos osos gigantes se hamacan, suben altísimo y bajan y ríen y vuelven a subir, se los ve tan felices. . . Los niños y yo, apoyados contra el balcón, miramos todo muertos de tristeza.
94
The Bears
Like a war film from the 40s: trains in the snow, soldiers in berets, farewell kisses in black and white, faint haze in the background. My father is leaving for the front and I am seeing him off with two children clinging to my hands. Almost immediately, we hear that he is dead. Wretchedness fills my childhood house.
Or it may be another house, a house abandoned so long ago we can’t find our way back, birds eating crumbs, now the path is invisible, and mined. Although I know I should leave (my current lover needs me), I stay there, I can’t leave my mother, she won’t stop talking, weeps, insists, how will she manage to survive.
Into that real unreal moment relatives irrupt, they enter without knocking, carrying trays full of food, serving dishes that they spill onto the floor as if they had the right. Impressed and uneasy, I go out onto the balcony with the children. In a playground, far away, two bears are swinging, they swing very high and then back and they laugh and swing up again, they look so happy. . . . The children and I, leaning against the balcony, watch everything, dying of grief.
95
El mundo no termina
(a Charles Simic)
De pronto, sin que nada lo anunciara, apareciste vos, dijiste que yo parecía una copa de cristal. Tu espectro se propagó como si me hubieras besado en la sien. Me quedé absorta: ¿algo nos daba caza? ¿un pensamiento descabellado, un poco arriba del labio? ¿nos embebía en nuestra propia desolación? La boda tuvo lugar una mañana luctuosa. La celebramos bajo la lluvia, como quien depone banderas. Después, comenzó a pesarnos el mundo, la dicha que llegaría —estábamos seguros—
sin avisar, como un telegrama. Tu paciencia no tuvo límites, me venerabas como a un animal mitológico.
Pero yo tuve miedo, había un fulgor extraño en tus ojos. Para distraerme, empecé a enumerar las cosas, es decir a ocultarlas. (Hablar me salvaba de otras guerras.) Hubiera vivido así pero el lenguaje se fue desfigurando en mis manos, me cautivaba como una delación. No pude más. Te dejé un dibujo indeciso (un fauno cubierto de azahares marchitos) y partí. Comencé a desvanecerme en la noche solitaria del tiempo: el enorme mundo.
96
The World Doesn’t End
(to Charles Simic)
Suddenly, unannounced, you appeared, said I looked like a crystal goblet. Your specter reproduced as if you’d kissed my temple. I was stunned: was
something chasing us? a mad thought, just above the lip? drenching us in our own desolation? The wedding took place on a doleful morning. We
celebrated it in the rain, lowering our flags.
Afterwards, the world began to weigh on us, the happiness that would arrive—we were certain—
without warning, like a telegram. Your patience unlimited, you worshipped me as a mythological beast. But that frightened me, there was a strange glitter in your eyes. To distract myself, I began to name things, that is, to conceal them. (Speaking preserved me from other wars.) I would have lived like that, but language began to skew in my hands, fascinated me like betrayal. I couldn’t go on. I left you a hesitant sketch (a faun covered in withered orange blossoms) and went away. I began to fade in the solitary night of time: the enormous world.
97
Cuento de hadas
Mi padre se ha vuelto a casar y en el castillo reinaría la paz si no fuera por mí que, a diferencia de mis hermanas, odio a la madrastra, no hago sino pedir a mi padre que no me abandone e incitar a todos a la insumisión. Pero nadie me escucha. Al parecer, mi odio es antiguo, proviene del cariño tortuoso que mi verdadera madre inoculaba en mí con una lenta astucia. Mientras cenamos, a la luz esquiva de las velas, mis hermanas besan un frasquito que va dirigido a la madrastra, prenda auspiciosa. Todas repiten el beso menos yo. La madrastra sonríe como un ángel. Anuncia que un barco ha de llevarlas a Londres. Se van todas, entre risas y abrazos y la sombra plateada de los eucaliptos. Yo me quedo de este lado del foso, sola en el desván de la torre, resentida, orgullosa, rumiando el ilusorio embrión de un final. Soy una niña audaz, helada o terca como pena, una víctima en busca de su asesino. Pero no logro morir. Papá no
toma partido.
98
Fairytale
My father has married again and there would be peace in the castle if it weren’t for me who, unlike my sisters, hates the stepmother; I do nothing but beg my father not to leave me and urge the others to rebel. But no one pays attention. It seems that my hatred has a history; comes from the tortuous affection Mother’s patient cunning forced in me.
While we dine, in the fugitive candlelight, my sisters kiss a small flask intended for the stepmother, an auspicious token. Everyone repeats the kiss except for me. The stepmother smiles like an angel. She announces that a ship will take them to London. All of them leave, among laughter and embraces and the silvery shadow of eucalyptus trees. I remain on this side of the moat, alone in the tower garret, resentful, proud, worrying the illusory embryo of a finale. I am a bold girl, icy or stubborn as grief, a victim in search of her murderer. But I do not succeed in dying. Papa will not take sides.
99
Terra Incognita
Dans un vrai poème les mots portent leurs choses.
—RENÉ DAUMAL
En el reino de los espejos negros donde no se aventuran los etíopes, más allá de la segunda catarata del Nilo (según los mapas de Claudio Ptolomeo), una guerra lo ha arrasado todo. Barr Adjam, año 300 de la hégira. Los hombres no se distinguen del paisaje: caravanas ciegas sobre la inmensa arena desolada.
Tienen sed, miedo. Camino en procesión junto al resto hasta llegar a un campamento. El campamento es la clave de nuestro desfile salvaje, millares de hombres del color del verano, las manos paralelas, haciendo genuflexiones.